miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hoy por los que dicen que te calles y luego hablan ellos


Lo que no me gusta es cuando uno te dice que te calles y va y enpieza hablar el contestale: Cállate porque no sabes nada. No me gusta mandar a nadie a callar, a diferencia de ti, yo sé que no soy nadie. Pero ya te estás pasando, la hipocresía roza ya el extremo del ridículo. Vamos, ¿Te estás escuchando? Tú no crees en lo que dices. Sólo lo cuentas como si fuera un cuento que los demás nos creemos. Dame una razón, una sola razón para que te crea, pero dámela, no me la cuentes. Las cosas se demuestran con hechos, yo podría decir de manera perfecta que terminaré con el hambre estando sentada en el sofá de mi casa con un piscolabis, entonces tú creerías mis palabras como yo las tuyas cuando, con tu traje de marca y cochazo aparcado a las puertas, hablas sobre lo mismo. No hables de lo que no sabes, no digas que todo terminará, que tenemos que ayudarles, porque si no puedes ayudarles tú... A mí me da pena, a todos nos da pena, pero a ti, te da absolutamente igual. Predicas, predicas y hablas, se te seca la boca de prometer y yo sigo viendo lo mismo. He puesto el ejemplo del hambre, porque es donde más se nota los distintos mundos que tenéis montados, la poca igualdad que hay, aunque tú te hartes de decir que todos somos iguales. ¿Tanto te aporta el peso de tu bolsillo? ¿Tanto como miles de vidas? ¿Es comparable? Perdona, me olvidaba de que tú sólo hablas, que para lo demás, no tienes alma. Nos distraes con temas sin importancia durante dos semanas, y tú sabes perfectamente que no hay tema que poder discutir. Lo sabes, pero de todas maneras hablas para ganar tiempo, para poder distraernos mientras nos hundes en la mierda que tú y tantos como tú, habéis formado, mientras pensáis en cómo arreglar lo que no tendríais que haber estropeado. Y después esperas que me lo trague. Cállate, cállate y actúa.

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